Capítulo 369
Habían pasado horas, pero Cristian aún no había movido un músculo. Muchos habían abandonado la tumba llorando o habían salido a tomar un respiro, pero Cristian no.
—Está bien llorar, Cristian. —Lo rodeé con el brazo, apoyándome en su pecho—. Si quieres gritar, chillar, golpear a alguien... aquí estoy —dije—. Bueno, quizá no lo de golpear...
—Lo sé. —Sentí los suaves labios de Cristian en mi sien—. Debería estar llorando, pero la gente confía en mí y no puedo decepcionarlos. —Intentó convencerse—. Las lágrimas son señal de debilidad.
Sus palabras no tenían sentido, pero respeté sus deseos. Se sentía obligado a ser el hombre más grande que esta familia necesitaba y contuvo toda emoción.
Otros dependían de él para preparar un servicio perfecto para Lucas, y así lo hizo. Jorge y Víctor eran mayores, Fabricio, que había perdido a su hijo, tenía más experiencia; pero como heredero, todos esperaban que Cristian lo hiciera todo, como si él no estuviera de luto también.
A Cristian no le importó

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