Capítulo 18 No soy la otra mujer
El Rolls-Royce negro, detenido al borde de la carretera, llevaba varios minutos sin moverse.
Dentro del auto, Martín giró la cabeza hacia un lado y, a través de la ventanilla, observó con frialdad a la mujer que luchaba desesperadamente junto a la calzada. Su expresión permanecía inmutable.
En el asiento del copiloto, Andrés volteó la cabeza y dijo: —Señor Martín, me parece que es la señorita Nora, la misma que le trajo la cena esta noche. Parece que necesita ayuda, ¿quiere que...?
Antes de que terminara la frase, una voz proveniente del asiento trasero lo interrumpió. —Si no temes causar problemas, ve.
Andrés se irguió de inmediato y subió la ventanilla del copiloto.
El brazo de Nora estaba firmemente sujeto por la mano de Rubén. Él la arrastraba con fuerza hacia el automóvil, no podía luchar contra él. Su bolso y la bufanda que llevaba cayeron y quedaron esparcidos por el suelo.
La paciencia de Rubén se agotó por completo; la levantó en brazos bruscamente y se dirigió a grandes zanca

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