Capítulo 78 Matar y castigar el corazón
Nora bajaba la cabeza, pálida. En sus mejillas aún se veían con claridad las marcas de las bofetadas.
La mujer seguía fuera de sí. —Señor Martín, ha llegado justo a tiempo. ¿Cómo es posible que contraten a una mujer tan despreciable y de moral tan dudosa como ésta?
Martín giró la cabeza hacia la mujer y, con una voz en la que no se distinguía ni enfado ni agrado, preguntó: —¿Quién es usted?
La mujer se apresuró a presentarse: —Señor Martín, ¿no me recuerda? Nos vimos el año pasado en la fiesta anual. Soy la esposa de León. Aquel día usted fue tan amable que incluso se tomó una foto conmigo. Señor Martín, mi esposo León ha trabajado aquí durante tantos años, siempre bajo su tutela, y gracias a eso todo le ha ido bien. Pero este año tuvimos la desgracia de toparnos con esta zorra...
Martín la interrumpió sin rodeos y, girando la cabeza, preguntó a los demás: —¿Dónde está León?
Un colega del departamento de finanzas respondió: —El señor León tomó un vuelo esta mañana; está en un viaje de

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