Capítulo 21
La pesada puerta del sótano fue pateada, levantando así una nube de polvo y humo.
Una figura delgada se acurrucaba en un rincón; al escuchar el ruido, se dio la vuelta con lentitud.
Debido a la falta de luz solar durante años, la piel de Camila tenía un tono blanco y extraño.
Recibiendo cada día solo un panecillo y un vaso de agua, se había adelgazado hasta quedar solo piel y huesos, y casi había quedado calva.
Se apoyó en los brazos y entrecerró los ojos; la figura alta de Andrés avanzó en contra luz.
Cuando pudo ver con claridad aquel rostro severo, sus cejas comenzaron a temblar de manera incontrolable.
Gateó hasta sus pies usando manos y piernas. —¡Jefe Andrés, déjeme salir! ¡Se lo suplico!
Andrés, con las manos en los bolsillos, la miró de arriba abajo.
—Camila, ¿sabes por qué aún te dejo con vida?
Él paseó con altivez de un lado a otro en el reducido sótano. —¡Porque te llevaré ante Brendita para que le pidas perdón! ¡Tú mataste a mi hijo! ¡Destruiste mi matrimonio!
—No dejaré qu

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