Capítulo 10
Sin pensarlo, Cristian sintió un sabor a óxido en la garganta, la corbata parecía estrangularle el cuello y los bordes de su retina se tornaron cada vez más borrosos.
La palabra "accidente" ardía en lo más profundo de su conciencia, y las cenizas caían en su estómago provocando de esta manera una cadena de espasmos.
Cristian retrocedió tambaleándose hasta chocar con una columna, y luego, como si hubiera perdido todas sus fuerzas, se deslizó poco a poco hasta quedar sentado en el suelo.
De pronto, escuchó que de su garganta salía un gemido animal, un sonido tan extraño que le resultaba demasiado aterrador, como si ese lamento hubiera sido tomado prestado del pecho de otra persona.
—Ah... ah...
Todo lo que siguió para Cristian fue como un sueño.
Mientras sonaba el altavoz, Cristian, igual que los demás que estaban en estado de shock, firmó para recibir las pertenencias de la víctima. Decían "pertenencias", pero en realidad no era más que un poco de ceniza que el forense y la policía habí

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