Capítulo 21
El chirrido de los frenos desgarró la cortina de lluvia.
Cristian retrocedió tambaleándose dos pasos, el paraguas rodó hacia el tráfico y fue aplastado, convirtiéndose en un esqueleto retorcido.
La lluvia le resbaló por la barbilla, entrando por el cuello de la camisa, mientras aquel borde gris de la ropa desaparecía poco a poco en la entrada del metro al otro lado de la calle.
Cristian apartó con brusquedad a un transeúnte que sostenía un café caliente, la luz azul de la pantalla electrónica estalló de pronto en sus pupilas, y la escalera mecánica le acercó un torrente de borrosas caras.
Cristian miró ansioso a su alrededor, la luz en sus ojos se fue tornando oscura poco a poco; justo cuando estaba a punto de rendirse, de repente una ráfaga de luz blanca brilló al final de la escalera. Una mujer apoyaba sus pálidos dedos en el mango de un paraguas negro, la pulsera colorida en su muñeca destellaba con intensidad, iluminando de golpe la oscuridad en los ojos de Cristian.
—¡Déjenme pasa

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