Capítulo 12
En Monte Celeste, la nieve caía con fuerza inusual. Sofía exhaló aire tibio y empujó la puerta de la cafetería. Catalina, su amiga, le hacía señas desde una mesa.
—¡Hace tanto que no te veía! Te extrañé muchísimo. —Dijo Catalina, abrazándola con su habitual dulzura.
Por un instante pareció que ambas habían vuelto a los años universitarios. Sofía sonrió con ternura: —Ya, ya. Apenas terminé la ceremonia del premio, vine directo a verte.
Habían sido compañeras en la universidad y se volvieron inseparables. Luego Sofía se casó con Gabriel y equilibró matrimonio y trabajo, mientras Catalina partió al extranjero y el contacto se volvió esporádico.
Aun así, la amistad seguía intacta, ajena al paso del tiempo.
Después del abrazo, se sentaron junto a la ventana.
Catalina probó un sorbo de café, enderezó la espalda y adoptó un aire misterioso: —Adivina qué regalo te traje esta vez.
—Te aseguro que jamás te lo imaginarás.
Catalina siempre había sido así, juguetona y un poco teatral.
Sofía la miró

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