Capítulo 24
Al otro lado del auricular, la respiración también se fue volviendo entrecortada y, poco a poco, la voz empezó a teñirse de dolor.
Pero Esther hizo como si no oyera nada.
—En aquella relación, siempre te ha gustado preguntarme por las razones, pero aunque tuvieses la respuesta delante, no la veías. Así que, en el fondo, el problema es que nunca te importó.
Por eso no te importaban mis sentimientos, me traicionabas sin escrúpulos, permitías que Sara me humillara, dejabas que sufriera una y otra vez heridas que perfectamente se podían haber evitado.
—¿Por qué nos divorciamos? Ahora deberías saber la respuesta, ¿no?
—Nicolás, ya que estamos divorciados, no deberíamos tener ningún tipo de contacto.
Cuando terminó de hablar, Esther estuvo a punto de colgar, pero al otro lado, Nicolás le suplicó apresuradamente:
—No, no, Esterita, no puedes hacerme esto, ¿podemos vernos una vez más, por favor?
En los recuerdos de Esther, era raro ver a Nicolás tan humillado; las pocas veces que lo había hech

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