Capítulo 7
—¿Por qué no sigues?
Preguntó Elena, enroscándose a él como una serpiente. Normalmente, José ya se habría abalanzado sobre ella, pero esta vez permanecía inmóvil.
Unos segundos después, de repente cayó rígido, escupiendo sangre a borbotones.
La sangre tiñó de rojo buena parte de las sábanas. Mientras Elena gritaba, José, haciendo un esfuerzo titánico, se levantó y salió corriendo hacia el garaje.
¡No podía ser que a Isabel le hubiera pasado algo! ¡Iba a buscarla él mismo!
Al subirse al coche, vio que el sobre que Isabel le había dejado seguía en el asiento.
José sintió un dolor tan intenso en las entrañas que apenas podía respirar; la angustia se le metía en la sangre y lo consumía por dentro.
¿Cómo pudo permitir que Isabel pilotara sola el avión? ¿Por qué no dispuso que la acompañaran pilotos experimentados?
¿Por qué? Porque el tiempo es limitado y, últimamente, estaba ocupado preparando el cumpleaños de los gemelos; no le quedaba energía para esos detalles.
La búsqueda duró dos días.

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