Capítulo 18
Hasta que el sonido de la puerta cerrándose resonó en el aire, Raúl por fin reaccionó y se apresuró a golpear la puerta de la habitación que Margarita acababa de cerrar.
—Margarita, sé que puedes oírme.
—Por favor, escúchame, ¿sí? Déjame explicarlo.
—No quise ocultarte esto... Aquella noche, ella se metió en mi cama cuando yo estaba borracho.
—Quería resolverlo en ese momento, pero mis padres no dejaban de llamarme, exigiéndome un nieto.
—No quería que fueras tú quien tuviera que pasar por el dolor de dar a luz.
—Así que yo... solo...
Tal vez Raúl también sintió que lo que iba a decir era de por si demasiado vergonzoso, porque no pudo terminar la frase.
Pero ambos entendían la verdad.
A un lado de la puerta, con la espalda apoyada contra ella, los ojos de Margarita estaban llenos de burla.
Él no quería que ella diera a luz, ¿pero sí quería que ella sufriera?
El dolor en el alma es mucho más insoportable que el del cuerpo.
El día en que descubrió su traición, sintió que el pecho le dolí

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