Capítulo 28 Rosa, tengo manía con la limpieza
Rosa claramente no esperaba que a Diego le incomodara tanto este asunto.
Sonrió con incomodidad. —Diego, usted no conoce a mi madre. Ella es muy chapada a la antigua y no puede aceptar ese contrato entre usted y yo. Temía que, si lo supiera, se enfadaría, así que no le dije la verdad.
—¿Piensas que, cuando termine el contrato de un año, vas a volver con tu novio?
Su pregunta era demasiado directa, y su mirada, demasiado penetrante. Rosa se quedó sin saber cómo seguir inventando la historia.
¡De haberlo sabido, no habría inventado a ese novio inexistente! ¡Ahora estaba en aprietos!
—Eso... no lo he pensado.
No podía decir que nunca volvería con él; temía que Diego sospechara que ella quería quedarse a su lado.
—Sí lo has pensado —dijo Diego con frialdad—. De lo contrario, ¿por qué no le contaste a tu madre que ya habían roto?
Rosa nunca fue buena inventando historias; ahora su cerebro estaba a punto de colapsar y sus palabras salían entrecortadas: —Pues... yo...
—Vuelve a reconsiderar l

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