Capítulo 38 Mi esposa despertó
Rosa realmente quería decirle que no fuera tan atento con ella, que podría malinterpretarlo, que podría despertar codicia en su interior. Tal como alguien a punto de morir de sed en el desierto, que al beber un sorbo de agua, siempre sueña con tener más agua...
Pero no se atrevió. Ni siquiera podía decir eso, ni demostrar nada frente a Diego.
Al regresar con él al Barrio Jardines de Coral, Rosa, exhausta, se duchó y se fue a dormir. No supo cuánto tiempo pasó, hasta que, entre sueños, escuchó ruidos afuera.
Abrió los ojos y miró el celular por reflejo, eran las tres de la madrugada, y el hombre a su lado aún no había regresado a la habitación.
Se puso la bata y salió, solo para encontrar a Diego en la sala, sentado en la silla, frunciendo ligeramente el ceño mientras sostenía una videoconferencia con el responsable de la compañía en el extranjero.
Seguramente sus propios asuntos lo habían retrasado, y por eso la reunión se prolongaba hasta esas horas.
Una oleada de culpabilidad la inva

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