Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 2

Durante esos tres años, las veces que ellos dos habían tenido algo parecido a una conversación amistosa se podían contar con los dedos de una mano. En contraste, los mensajes de texto de Micah pidiéndole a su mujer que se presentara en el hospital con las mangas arremangadas y la vena dispuesta habían inundado su bandeja de entrada de WhatsApp. Poco a poco, mensaje a mensaje, él había socavado el muro que ella construyó a su alrededor para protegerse de la horrorosa y aplastante realidad: él no la amaba. Nunca lo hizo, nunca lo haría. Y pensar que ella vio su matrimonio como una forma de compartir una vida con el hombre que amaba, mientras que para él solo era una transacción conveniente. "Un trato es un trato", solía decir. La foto de Regina era la bola de demolición que finalmente acabaría con sus ilusiones. Darya se puso de pie, cerró los ojos para esperar a que pasara el mareo y trató de ignorar el dolor sordo que se escurrió hacia el interior de su corazón. Normalmente ella era una chica resuelta. Aun así, descartar tres años de su vida para reconocer que habían sido un fracaso abyecto, era una píldora amarga de tragar. Los ojos de Darya estaban enrojecidos, pero sintió que ni siquiera podía llorar. No lo haría. Mientras estaba allí parada ordenando sus pensamientos y clasificando sus emociones la puerta de la casa se abrió de golpe. Alto y con un elegante traje gris oscuro, Micah entró moviendo apresuradamente sus largas piernas. Una profunda molestia brillaba en sus ojos cuando la vio sentada en la sala y su furia estalló a ver que apretaba el celular entre sus manos. "Si tu teléfono funciona, ¿por qué no respondiste mis mensajes de texto o mis llamadas?". Darya observó su expresión tratando de grabar en su memoria esos rasgos tan atractivos, ya que esa sería probablemente la última vez que estuvieran tan cerca el uno del otro. Micah, un hombre que nunca se quedaría de brazos cruzados, la agarró de la muñeca y se dirigió hacia la puerta. "Urge que te presentes en el hospital, apúrate". "Lo sé", respondió Darya, apretando los talones y agarrándose al sofá para evitar que la arrastrara. "Entonces, ¿por qué no te mueves?", preguntó él dejando escapar un suspiro de impaciencia. "Iré al hospital y te daré mi sangre. Pero hay una cosa que necesito antes". "¿Dinero? Acabo de hacerte una transferencia". Micah se metió las manos en los bolsillos. "Revisa tu cuenta". "No se trata de dinero". "¿Entonces de qué estás hablando? Necesito que vayas directamente al punto, porque estamos perdiendo el tiempo". "Quiero divorciarme". El tono gélido de Darya coincidía con el suyo. Ella puso su rostro en blanco, tratando de ocultar la angustia en su voz cuidadosamente. Entonces él la miró fijamente pues, aunque sabía que su audición era perfecta, no estuvo seguro de haber escuchado bien por un breve momento. ¿Acababa de pedirle el divorcio?  Si recordaba bien, ella fue quien lo obligó a casarse. ¿Por qué había cambiado de opinión? "Necesito una explicación", exigió él, con determinación. "No la tengo, pero si quieres que hoy le dé sangre a Regina, esa es la condición". "¡Ese no fue nuestro trato!". "Lo sé. Si piensas que no estoy cumpliendo mi palabra, demándame", sugirió ella, encogiéndose de hombros. La sorpresa cruzó por el rostro de Micah, ¡su mujer nunca le había dado problemas! ¿De pronto se volvió conflictiva? A pesar de que parecía estar tranquila, él había detectado lo que podría ser algo parecido a la rabia, en los grandes ojos de su esposa redondos e inyectados de sangre. Sin embargo, en su mente, no había ninguna razón lógica para que ella estuviera tan enojada, ya que las cosas eran como siempre. De repente, una idea apareció en su cabeza. ¿Podría ser este uno de esos cambios de humor de las mujeres en esa época del mes? Por su experiencia personal, un amigo le dijo a Micah que simplemente no había razón para que una mujer se comportara de manera extraña en esos días. Así que Micah consideró que lo mejor sería aceptar su sugerencia sin preguntar la razón. Tal vez ella se calmaría en un par de días y se arrepentiría dándole a él una ventaja al negociar un nuevo contrato. "Está bien", respondió él asintiendo. "¿Redactaste el documento?". "¡Uy, no!", dijo ella quien no había esperado que él aceptara tan rápido. A fin de cuentas, a él se le daba bien tomar decisiones. "Imprimiré un formato de acuerdo de divorcio y ambos lo firmaremos, para enviarlo por correo al juzgado. Dado que va a ser por mutuo acuerdo, lo aprobarán rápidamente". Dado que va a ser por mutuo acuerdo, lo aprobarán rápidamente". Dicho eso, él se dirigió hacia la escalera de caracol, ya que su estudio estaba en el segundo piso. Darya se sintió aturdida, pero se sentó a esperarlo y no pasó mucho tiempo para que él volviera con dos copias impresas del acuerdo; entonces, ella las firmó. Cuando Micah escribió su nombre en la línea punteada, un vago sentimiento de inquietud se apoderó de su mente. Pero lo hizo a un lado de inmediato. "¡Perfecto!", exclamó él metiendo una de las copias en un sobre de papel manila y lo cerró. "Dejaré esto en la oficina de correos de camino al hospital. Ahora vámonos". Darya metió la otra copia en su bolso, luchando por contener el nudo que se le formaba en la parte posterior de la garganta. Él lo estaba haciendo parecer tan fácil, que parecía haber estado esperando ese momento durante mucho tiempo. .... Ella lo siguió hasta su Bugatti La Voiture Noire, se acomodó en el asiento y miró por la ventana durante todo el trayecto. Mientras manejaba atrás del volante, él volteaba a mirarla de vez en cuando, frotándose la frente para disminuir la tensión entre sus cejas. Aun luchaba contra el impulso de cuestionar su decisión de divorciarse. ¿Había sido realmente un impulso provocado por el síndrome premenstrual? Ahora ya no estaba tan seguro de que las cosas volvieran a la normalidad después de unos días. Pero lo esperaba. .... Ninguno de los dos dijo una palabra, ni siquiera cuando el coche se detuvo frente al Hagen General, así que se dirigieron hacia el interior completamente en silencio. Regina estaba sentada en la cama individual de su habitación, una lujosa sala VIP que Micah solía reservar para ella. La mujer lucía tan frágil. como una flor delicada. Un médico con una bata blanca de laboratorio estaba sentado en una silla cercana, completamente adormilado. Cuando vio entrar a Micah en la habitación, los ojos de Regina se iluminaron, pero su rostro cambió en cuanto vio a Darya. Y esta no se perdió el destello de resentimiento en esos hermosos ojos delineados con kohl. "Micah, te dije que estoy bien", se quejó Regina con su usual tono familiar de intimidad. "¡No tenías que traer a Darya!", agregó tapándose la boca con una mano mientras tosía delicadamente. "¡Bueno! Pues ella ya está aquí y bien podría ser de utilidad". Micah se volvió hacia su mujer. "¡Arremángate la blusa!"'.

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.