Capítulo 10
El auto se detuvo justo frente a Villa Esmeralda.
Al ver la entrada vacía, Elena se quitó las gafas de sol. ¿Y Cristian?
¿No había dicho que le tenía preparada una sorpresa?
¿Por qué ahora que ella era libre, él no salía a recibirla?
Con esa duda rondando en su mente, Elena empujó la puerta silenciosa.
Tras un fuerte sonido ensordecedor, comenzó a sonar una alegre y animada melodía de piano.
Y la sala de estar, que hasta entonces permanecía sumida en la oscuridad, se iluminó de repente como si fuera pleno día, revelando así la escena que se ocultaba entre las sombras.
La sala, decorada de nuevo con rosas blanco-rosadas, estaba impregnada por una sutil fragancia floral. Incontables rostros, algunos conocidos y otros no, aparecieron de pronto con sonrisas mientras empujaban un enorme pastel en forma de castillo desde una de las habitaciones.
Cristian, vestido impecable con un esmoquin negro, estaba sentado frente al piano. Su rostro delicado y elegante mostraba una expresión concentrada,

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