Capítulo 31
—Habla.
Su tono era desagradable. Al otro lado de la línea, hubo una larga pausa antes de que una voz cautelosa respondiera.
—Federico, vino a mi casa.
Él, disgustado, dijo: —¿Quién?
Andrea respondió, en voz baja: —Tu madre.
Su expresión se volvió oscura. Una sensación de irritación se acumuló dentro de él.
Cuando Josefina salió de la cocina, él ya se había marchado.
Se cambió y se puso un traje de trabajo. Luego, salió a la sede central de la Compañía Mar Azul.
Pensaba replicar en Río Alegre una versión de la Compañía Viento del Este y arrebatarle todos los recursos a Federico.
Solo le quedaban nueve días. Tenía que apresurarse a resolver todo lo necesario.
Federico, lleno de rabia, llegó al apartamento de Andrea. Al entrar, se encontró con su madre y Andrea en la cocina, riendo y preparando el almuerzo juntas.
Parecían conocerse desde hacía mucho tiempo, con una cercanía total.
En la cara de su madre había una sonrisa poco común.
Era una expresión de relajación y ternura que jamás ha

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