Capítulo 97 Confesión en la oficina
—¿Qué tonterías estás diciendo? —replicó Susana con frialdad y un dejo de desprecio—. No sabía nada de eso. Y aunque lo hubiera sabido, Fabián, ¿cómo es posible que ni tú lo supieras? El que hundió al Grupo Solamérica fuiste tú, no yo.
Colgó enseguida.
Fabián se quedó mirando la pantalla apagada del teléfono, con los dedos temblorosos. En ese momento, entró la llamada de Benito. Supo de inmediato que su padre ya estaba enterado. Un negro presentimiento lo envolvió. —¿Qué hago? Dolores, ¿qué vamos a hacer?
La parcela que había comprado a un precio exorbitante se había convertido, prácticamente, en un terreno baldío.
¡Diez millones de dólares!
¡Nada menos que diez millones de dólares!
Nada menos que diez millones, desperdiciados en el peor momento del grupo. No podía ni imaginar la magnitud de los reproches que lo esperaban.
Dolores lo observó con fastidio en su interior. ¡Qué inútil!
—Fabián, no es tu culpa. Todo fue por Susana, que no te lo dijo —murmuró suavemente—. Lo mejor es que se

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