Capítulo 10
—Quería decirte que, ya que renunciaste, si no tienes un lugar nuevo pensado, podrías trabajar conmigo. Justo tengo una pequeña empresa a mi nombre y necesito... un socio.
Nancy se quedó sin palabras; ¡él quería ofrecerle trabajo!
Pero, al menos Teodoro la valoraba bastante, pues no le ofreció un puesto, sino una sociedad.
Sin embargo, ella le apartó la mano.
—Lo siento, no me interesa.
Pero, antes de que pudiera alejarse, Teodoro estiró su brazo y la presionó contra la pared.
Sus dedos sujetaban una tarjeta que deslizó en el bolsillo de la blusa de Nancy.
A través de la tela delgada, la piel fue tocada sin intención.
Teodoro tragó saliva, pero no retiró sus dedos.
Sus ojos la miraban fijamente y su voz sonaba algo ronca.
—No importa, puedo esperar. Llámame cuando lo decidas. No solo por trabajo, también si necesitas algo, incluso... vengarte de José.
Los nudillos de él presionaban su pecho, subiendo y bajando con su respiración.
La postura era ambigua, pero extraña.
Era una provocació

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