Capítulo 55
Salvador ajustó su rostro para encontrarse con su mirada. Al ver que ella no tenía escapatoria, esbozó una ligera sonrisa y dijo: —Señora Silva, ese no fue el término que utilizaste hace un momento.
Adriana lo miró, sus ojos revelando una leve conmoción.
A pesar de que habían pasado dos años, y a pesar de haberse repetido innumerables veces que debía mantenerse firme, no podía negar el impacto que esa cara tenía en ella.
Probablemente, porque nunca había estado tan cerca de un hombre, se encontraba así de descontrolada, pensó Adriana.
—Si me llamas “Marido”, te lo concederé,—la voz de Salvador la devolvió a la realidad.
Adriana encontró sus ojos: —¿Estás seguro?
—¿Por qué no lo estaría?
—Hace dos años me dijiste que no querías que nadie supiera de nuestra relación. Si accedes a acompañarme para apoyar a Rosa, todos en esa sala sabrán sobre nosotros.
El hombre soltó una risa desdeñosa: —El novio de Rosa es alguien de baja categoría, ¿y qué si se enteran? Después de que ella termine con

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