Capítulo 90
Adriana lo pensó por un momento y respondió: —De acuerdo.
Después de colgar, le envió a Daniel la dirección que Gonzalo solía darle y regresó a su habitación para cambiarse de ropa antes de dirigirse allí a pie.
Esperó afuera durante quince minutos antes de que llegara Daniel.
Al bajar del coche, Daniel le abrió la puerta del asiento del copiloto. Adriana se inclinó para entrar y le agradeció.
Apenas se incorporaron al tráfico, el teléfono de Adriana sonó.
Miró la pantalla...
Era Salvador.
Se quedó perpleja por un instante, pero finalmente contestó con un tono frío: —¿Qué pasa?
—Salvador está borracho, si puedes, ¿puedes venir a recogerlo?— Era la voz de Ramón.
Al darse cuenta de que no era Salvador, la actitud de Adriana se suavizó un poco, pero su negativa fue igual de tajante: —No puedo.
—¿Estás ocupada?
—Sí.
Y, sin más, colgó el teléfono.
Adriana no mostró el menor remordimiento por Salvador, y rápidamente se centró en el trabajo. Miró a Daniel, que estaba conduciendo: —Daniel, ¿c

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