Capítulo 23
Una tras otra, las verdades hicieron que Mario cerrara lentamente los ojos. Las palabras que quería decir se volvieron increíblemente difíciles de pronunciar, mientras una amarga sensación se esparcía por su boca.
De repente recordó una noche de hace mucho tiempo, cuando la pequeña niña no podía dormir por el miedo.
Él se sentó al borde de la cama con un osito de peluche, contándole cuentos antes de dormir.
Al final de la historia, colocó el osito junto a su almohada y dijo suavemente pero con firmeza:
—Como el osito, siempre te protegeré y nunca te haré daño. Siempre serás mi primera opción.
Los ojos de la pequeña se iluminaron con sorpresa, pero pronto bajó la mirada.
—Seguro que estás bromeando.
—No, hagamos un trato.
—Está bien, pero si alguna vez me haces daño, ¡nunca más te hablaré!
Lágrimas silenciosas se deslizaron por sus mejillas mientras Mario volvía a abrir los ojos para mirar a la persona frente a él.
Pero Isabel no miró atrás mientras caminaba colina abajo.
—¡Isabel!
Is

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