Capítulo 26
Los ojos de Manuel se enrojecieron, llenos de ira, y apretó los puños con fuerza. Con una determinación feroz, lanzó un golpe hacia Javier.
—¿Por qué él? ¡No lo acepto! Lala, si no quieres casarte, ¡yo te llevo y huimos! ¡Podemos irnos al extranjero o volver a Puertomira, lo que sea que te guste, yo lo haré!
Sin embargo, Javier podría haber esquivado fácilmente el golpe de Manuel, pero solo giró levemente la cabeza, dejando que el puño de Manuel rozara su rostro.
La herida no era grave, pero dejó una marca roja.
—¡Ay!
Javier se frotó la mejilla herida, inhalando con dolor y arrugando el rostro.
A pesar de todo, su apariencia seguía siendo impecable.
Cuando Laura vio que Javier estaba herido, su corazón se llenó de dolor. Tomó su mano y trató de levantarla para ver la herida.
—No es nada, no me duele.
Dijo Javier, forzando una sonrisa.
Laura, al verlo tan tranquilo, se preocupó aún más.
Al ver que él no dejaba ir su mano, Laura se volvió hacia Manuel, con una expresión fría de

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