Capítulo 58
—Eso no está bien.
Gonzalo se acercó. —Tú eres la princesa de mi corazón.
Gabriela se sintió impotente.
—Señor Federico, ¡qué suerte tiene usted!— Gonzalo miró a Federico, que estaba en su silla de ruedas, y comenzó a elogiarlo. —Te casaste con una buena esposa. Ella te trae suerte. Desde que se casó contigo, todos los días son de buena suerte.
—Gonzalo, estás exagerando.
Gabriela dijo, algo avergonzada.
—Tienes razón,— asintió pensativamente Federico. —Ella me trae buena suerte.
El primer día que se casó con él, él despertó.
Luego descubrió que ella era aprendiz de Miguel.
Después de eso, le pasó el proyecto a Rafael con éxito.
—No es tan mágico,— Gabriela sabía los planes de Federico.
Gonzalo, sin preocuparse por los detalles, bajó la voz misteriosamente y dijo: —Les voy a contar un pequeño secreto a ustedes.
Le guiñó un ojo a Federico.
Federico levantó una ceja mirándolo.
—Creo que tengo más libido,— dijo con una sonrisa lasciva. —No sé si es por la dieta reciente o el ejercicio di

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