Capítulo 80
Bruno no esperó a que él reaccionara, saltó al auto y pisó el acelerador, alejándose rápidamente.
Federico miró hacia abajo y su rostro se ensombreció.
La pequeña caja de embalaje parecía elegante y sofisticada, pero llevaba un eslogan común: ¡Protege lo que más quieres, siempre con seguridad!
Volteó la caja y el eslogan en la parte trasera era aún peor:
Disfruta sin preocupaciones, usa protección.
La mirada de Federico se oscureció, y un frío aura lo rodeaba.
¡Este es un producto sin garantías de origen desconocido!
—¡Señor Federico!— Gabriela, al escuchar la voz, salió y preguntó: —¿Señor Bruno ya se fue?
Federico metió la pequeña caja en el bolsillo de su traje y, viendo su rostro inocente y radiante, respondió: —Sí, ya se fue.
Gabriela se acercó, notando su mal semblante, y preguntó preocupada: —¿No te adaptas al pueblo?
—No, es que Bruno, ese tonto, hizo algo malo.
Federico lo dijo con indiferencia.
Gabriela empujó su silla de ruedas hacia la casa, —Él es muy buena persona, amabl

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