Capítulo 21
—Araceli, ya estamos divorciados, no tienes derecho a controlarme.
Saúl intentaba liberarse de la mano que ella sujetaba con fuerza.
A pesar de sus esfuerzos, no lograba soltarse.
—¿Cómo puedes vestirte de esa manera?
En su memoria, Saúl siempre estaba impecable, abotonándose la camisa hasta el último botón.
Pero ella había olvidado que, antes de casarse, él también era una persona independiente con su propia libertad para vestirse.
Además, ahora ya están divorciados.
Ella tampoco tiene derecho a controlarlo.
Saúl la miraba fríamente, con un destello de desagrado en sus ojos.
—Suelta.
—Araceli, ya no tienes derecho a controlarme.
Las esquinas de sus ojos estaban rojas, y ella estaba a punto de arrastrarlo hacia la puerta.
¡Pum!
Una huella roja y viva quedó marcada en su rostro.
Ella tocó su cara hinchada, un destello de dolor cruzó sus ojos.
—Vistiéndote así, si alguien te toma una foto, ¿cuántos rumores y chismes tendría que enfrentar la familia Villegas? ¿Y si

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