Capítulo 35 De acuerdo

Mariana, al principio, estaba sentada allí, "viendo el espectáculo". Con aquel empujón de la señora Antonia, todas las miradas de la sala se dirigieron hacia ella. Se sorprendió un instante, pero enseguida recobró la calma y dio unos pasos en dirección a Enrique. —Enrique, no te alteres tanto —dijo—. En realidad, creo que... La propuesta de la señora Esther no es mala. Apenas pronunció esas palabras, la mirada de Enrique se oscureció de inmediato. En esos ojos fijos sobre ella no cabía duda: había leído por completo sus pensamientos y sus intenciones. Pero Mariana no le dio oportunidad de interrumpirla; simplemente continuó: —Cecilia ha vivido en esta casa muchos años. Ahora que puede encontrar un nuevo apoyo, deberías alegrarte por ella. —El señor Orlando, en realidad, es un buen partido: apuesto, de buena familia y de edad adecuada, ¿no crees? Añadió, volviéndose hacia Cecilia: —No podrás quedarte en la casa de los Sánchez para siempre, ¿verdad? Algunas cosas, Antonia no quería decir