Capítulo 129
-Cariño, ¿por qué no entramos? -preguntó la mujer.
Sebastián volvió a sus cabales y soltó una risa leve: "Está bien. Ya que estamos aquí, ¡vamos a echarle un vistazo!"
Como el cielo se estaba oscureciendo gradualmente y el Clan Antiguo no era tan colorido como la vida nocturna en el mundo exterior, no había mucha gente en la tienda de caligrafía y pintura en este momento.
En ese momento, un hombre mayor, al ver entrar a un invitado, lo saludó con una sonrisa.
"¿Ustedes dos necesitan algo?"
Después de que el anciano terminó de hablar, sus ojos nublados examinaron al apuesto hombre y mujer en
frente a él o de nuevo.
Al ver que no se parecían a los aldeanos, preguntó tentativamente.
"¿Ustedes dos son del mundo exterior?"
Sebastián tampoco miró al anciano, sino que mantuvo su mirada fija en las diversas pinturas y caligrafías de la tienda.
Luego, débilmente, respondió: "¡Ajá!"
El anciano frunció el ceño mientras se preguntaba cómo llegaron a la isla.
Durante tantos años, no muchas personas

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