Capítulo 23
Esther estaba de pie frente a la entrada del hospital, respirando profundo.
No quería separarse de ese niño, pero aunque le doliera, tenía que afrontarlo.
Le había costado demasiado dejar atrás aquella vida llena de restricciones, y no podía volver a cometer el mismo error.
Jorge le dio unas suaves palmadas en el hombro y, con sinceridad, le preguntó: —¿De verdad lo has pensado bien? Decidas lo que decidas, siempre te voy a apoyar. Si quieres tenerlo, yo te ayudo a criarlo.
Esther enojada le dio un puñetazo. —¿Qué estás diciendo? Uno no puede ser tan ingenuo, ¿cómo vas a criar al hijo de otra persona? ¿En qué estás pensando?
Pero Jorge le respondió con una sonrisa cálida y reconfortante: —Sabes no lo hago por el hijo de otra persona, lo hago por ti.
—No quiero que te sientas entre la espada y la pared, que por pensar en mí decidas no tener este niño.
Esther se estremeció: "¿Cuándo dije yo que fuera por él?"
Frunció sus pequeños labios rosados, levantó inquietante la mirada y lo fulminó

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