Capítulo 251
Al ver que la pobre Rocío parecía un pajarillo asustado, Diego sintió una alegría inexplicable en lo profundo de su corazón.
La observaba fijamente, sin ocultar el inmenso deseo en su mirada. Se acercó cauteloso paso a paso. —Profe Rocío, en realidad, desde la primera vez que la vi yo a usted...
—¡Profesor Diego! —Rocío alzó la voz de pronto para interrumpirlo. Ella no se atrevía a quedarse a solas con él ni un segundo más, mucho menos a escuchar lo que fuera que él pensaba decir. —Ha estado usted de pie tanto rato, ¿no tiene sed? ¡Le traeré un vaso de agua!
Sin esperar respuesta alguna, Rocío ya se apresuraba a salir de la habitación.
Las intenciones de Diego habían quedado al descubierto. En ese momento, estaban solos en la habitación. ¿Cómo iba él a dejar pasar una oportunidad como esta? Se adelantó enseguida para bloquearle el paso.
—Profe Rocío, ¿no está acaso el agua justo ahí? —Diego señaló de inmediato con la mirada el dispensador y luego volvió a enfocarse en ella, esbozando u

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