Capítulo 272
Y no fue nada ligera; Ana usó casi toda su fuerza.
Luis se desvió hacia un lado por el impacto, su mirada titubeó por unos segundos, y en sus ojos no pudo ocultar la sorpresa.
La palma de Ana le hormigueaba, y miró con desprecio al hombre con quien había compartido lecho tantos años. Con asco, dijo: —Luis, de verdad me produces asco.
Tras decir esto, se dio la vuelta e intentó marcharse.
De inmediato Luis alzó la cabeza, incrédulo, mirando su silueta decidida al alejarse.
No podía creerlo. Ana, quien siempre había sido tan dócil y contenida, ahora se atrevía a enfrentarlo de esa manera tan ruda, incluso a levantarle la mano una vez más.
Pero el ardor punzante en su mejilla no dejaba de recordarle lo que acababa de ocurrir.
La mirada de Luis se tornó poco a poco peligrosa; la ira que había estado reprimiendo durante tanto tiempo estalló por fin. En unos cuantos pasos alcanzó a Ana, le sujetó la muñeca con fuerza y la atrajo con fuerza hacia su pecho.
—¡Suéltame! —gritó Ana enfurecida, f

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