Capítulo 77
José accedió con decisión, lavó sus manos y salió de la cocina.
Cuando los pasos de José se alejaron, Tomás miró a Rocío lleno de esperanza y sonrió: —Rocío, sabía que todavía te importaba.
La respuesta de Rocío cayó como un balde de agua fría, apagando cualquier entusiasmo esperanzador: —Te equivocas. Solo no quería que José supiera sobre nuestra relación, no es por ti.
La sonrisa de Tomás se quedó congelada en su rostro en una expresión torpe y desconcertada. Cada palabra parecía ser exprimida a través de sus dientes: —¿Quién diablos es ese José? ¿Cómo lo conociste?
—Hermano, ¿no estás interviniendo demasiado?
—Aún sabes que soy tu hermano. Antes yo manejaba todos tus asuntos, ¿por qué ahora no puedo hacerlo?
Rocío sonrió, aunque era difícil decir si su tono era irónico o simplemente factual: —Antes, Carmen me dijo que ya había crecido, que tenía mi propia privacidad y que tú no deberías entrometerte demasiado. En ese momento, aceptaste eso. ¿Por qué ahora vienes a controlarme? Tú no

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