Capítulo 88
Al llegar al condominio, cada uno regresó a su respectiva vivienda.
Leticia llegó a su casa, se tumbó en la cama, no es que estuviera cansada, solo quería descansar.
Giró la cabeza y vio el abrigo de Ignacio colgado en el perchero.
¿Debería llevárselo?
Justo en ese momento, alguien tocó la puerta. La única persona que podía tocarle a esa hora era Ana, probablemente porque la cita no había ido bien y venía a desahogarse. Abrió la puerta: —¿La cita...?
Sin embargo, al abrir, se encontró con Ignacio en el umbral.
Sorprendida, dijo: —¡Ignacio! ¿Abogado Ignacio, cómo llegó aquí?
Él levantó la mano y le extendió un medicamento: —Aquí tienes.
Leticia miró hacia abajo, era medicina para prevenir el tétano y para la inflamación.
—Un jefe se preocupa por sus subordinados, es parte del trabajo.—Dijo con un tono alto, confiado y directo.
Leticia no tuvo más opción que tomar el medicamento: —Entonces, gracias, Abogado Ignacio.
Ignacio asintió: —Descansa bien.
Leticia asintió y respondió: —Sí, Aboga

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