Capítulo 231
—¡Ah!
El susto repentino nos cogió desprevenidos. Viviana y los demás gritaron mientras retrocedían.
—¡Quién no tendría miedo!
Ese gran perro lobo podría matarnos de un solo mordisco, o al menos dejarnos incapacitados.
Incluso Ricardo, estudiante de educación física, se asustó tanto que casi empujó a Rosa al río.
Por suerte, Viviana la agarró y, al ver un árbol inclinado, subieron asustados a él con Rosa, mientras Ricardo llevaba a Raquel a esconderse bajo la ribera del río.
El caos en ese momento era total.
—...¡Cálmense un poco!
Gritó a todo pulmón Teodoro.
Apenas tuvo tiempo de persuadirlos cuando ya se habían vuelto locos; detenerlos era imposible.
Viviana, al ver que Teodoro aún estaba parado sin moverse justo cuando el gran perro lobo mostraba sus feroces dientes para atacar, gritó asustada: —¡Teo, corre!
Ella estaba temblorosa acurrucada en el árbol, abrazando el tronco, y su voz se quebró por el nerviosismo.
—Vivianita, no te preocupes, no me va a morder.
Teodoro no sabía ene s

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