Capítulo 64
Al día siguiente.
Cuando Belén bajó las escaleras, Oscar ya estaba en el sofá de la planta baja.
Aún era temprano por la mañana y el sol no estaba muy fuerte. Él estaba sentado en el sofá con la espalda hacia la ventana, y la luz del sol entraba de lado, creando una sombra sobre él.
Oscar llevaba puesta una camisa blanca, con los dos primeros botones desabrochados, mostrando su delicada clavícula.
Sostenía una taza de café, sorbiendo de ella mientras miraba su teléfono.
El sonido de Belén bajando las escaleras hizo que el hombre en el sofá levantara la vista; el sol justo sobre su cabeza hacía que pareciera rodeado por un halo, como un dios descendido a la tierra.
Belén se encontró mirándolo embelesada y, sintiéndose un poco avergonzada, tosió levemente para recuperar su compostura. —Eh, eh... ¿cuándo salimos?
Ella hablaba de manera inesperadamente entrecortada.
Oscar levantó sus hermosos ojos y respondió: —Primero desayuna, luego nos vamos.
—Está bien —asintió Belén y se dirigió a

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