Capítulo 118
Ana estaba perdida en sus pensamientos, un poco distraída.
Pero enseguida volvió en sí.
Camila seguía cubriéndose la pierna, aterrorizada.
Sara también estaba pálida del susto.
Ana no le prestó atención a Camila. Sabía que Sara era muy tímida, así que le habló en voz baja: —Sara, no tengas miedo. Este es... mi esposo. Es un buen hombre, solo no soporta que alguien me maltrate.
Javier, quien siempre había insistido en mantener su matrimonio en secreto, al escuchar cómo Ana lo llamaba "mi esposo", alzó una ceja, y por alguna razón, el título le resultó bastante agradable.
Con su habitual calma, preguntó: —¿A dónde vas? Te llevo.
Ana no quería que la acompañara, pero en ese momento no deseaba irritarlo, así que no lo rechazó. —Voy a trabajar a Residencial La Colina.
Javier arrugó ligeramente la frente, visiblemente insatisfecho, aunque solo dijo: —Vamos.
Ana miró de reojo a Camila, que seguía temblando y sin atreverse a hablar, y preguntó: —¿Y qué pasa con ella?
—Alguien se encargará.
Al

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