Capítulo 124
Ana sabía que podía esforzarse y devolver el dinero con su propio trabajo.
Alzó la cabeza y miró a Javier con cierta inquietud mientras preguntaba: —¿De verdad puedes prestármelo? Necesito mucho... alrededor de diez mil dólares...
El aire frío y controlado de Javier pareció romperse un poco. La tarjeta que le había dado a Ana tenía un saldo de varios millones de dólares; incluso estaba vinculada directamente a sus cuentas personales, con gasto ilimitado.
Y, aun así, ella se mostraba nerviosa por pedir prestados apenas diez mil dólares.
Javier apretó suavemente el mentón de Ana y dijo con claridad: —Puedo prestártelo, pero tengo una condición.
Ana se tensó de inmediato. —¿Qué condición?
Javier la soltó y respondió con calma: —Hasta que me devuelvas el dinero, serás responsable de mi comida, mi ropa y mi alojamiento.
Ana parpadeó, sorprendida. No se había imaginado algo así.
¿No era exactamente lo mismo que cuando lo cuidaba en Residencial La Colina?
¿Qué clase de condición era esa?
Mien

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