Capítulo 181
Javier, lejos, en el hospital de las afueras.
Después de arreglarlo todo, dejó de preocuparse por cualquier otra cosa y se quedó vigilando a Ana bajo la oscuridad de la noche.
Al día siguiente.
Seis de la mañana.
Su firme reloj biológico hizo que Ana, a pesar de estar herida, despertara puntualmente.
Al abrir los ojos, instintivamente quiso ir a trabajar, sin reaccionar de inmediato ante el hecho de dónde estaba durmiendo.
—No te muevas. —Una voz grave, ronca y con un matiz de sensualidad resonó junto a su oído.
Ana se detuvo de inmediato, recordando su situación.
Ayer había encontrado a Javier, quien había sido secuestrado, y lo había rescatado con todas sus fuerzas. Ahora parecía estar en el hospital.
Al recordarlo todo, de pronto sintió dolor por todo el cuerpo.
La anestesia ya no surtía efecto; le dolían el cuerpo, los brazos, las piernas, las manos y la cabeza.
Pero, tal como ella misma había dicho, no le temía al dolor, así que su expresión no cambió demasiado.
Javier, de pronto,

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