Capítulo 51

Ana retiró la mirada y dejó de observarlo todo; pensó que quizá la gente con dinero tenía demasiadas normas. Pronto llegaron a una sala de recepción. El mayordomo trajo una serie de documentos y, con un tono oficial, dijo: —Srta. Ana, por favor, revise primero estos documentos y firme aquí. Ana los tomó y echó un vistazo. El primero era un contrato de trabajo. El segundo, una declaración de salud. El tercero, un documento de exención de responsabilidad en materia de seguridad. Después incluso venía un seguro de compensación por lesiones accidentales… Ana estaba desconcertada. Solo iba a ser tutora, ¿acaso había peligro en ello? Pero con un salario tan alto, no pensaba renunciar por ningún riesgo. Revisó con atención los documentos y firmó uno por uno con el bolígrafo en la mano. El mayordomo no mostró impaciencia; mantenía una sonrisa oficial mientras esperaba a un lado. Cuando terminó de firmar, el mayordomo prosiguió: —Srta. Ana, hoy le pedimos que realice una clase de prueba. Si res