Capítulo 89
Ana estaba algo frustrada.
Pensaba que la próxima vez, si surgía algún problema, sería mejor que ella misma se encargara; realmente no podía confiar en pedir ayuda a otros.
José, cuya reputación había sido injustamente dañada, no tenía ni idea de las pequeñas maniobras que Javier estaba tramando detrás de escena.
Ana se dio la vuelta y estaba a punto de salir: —Voy a llamar al médico.
Javier, con un tono calmado, dijo: —No puedes ir. Me ayudas a atender esto; si llamas a alguien más, no me ocuparé de la herida.
—¡Javier, cómo puedes jugar así con tu propio cuerpo!
Javier no se volvió, seguía de espaldas a Ana: —No estoy bromeando.
Ana no dudó de la veracidad de sus palabras; Javier siempre había sido alguien temerario y desinhibido.
Ella apretó los dientes: —Entonces iré a buscar el botiquín.
Javier habló con voz tranquila: —Si la disposición de la habitación no ha cambiado, en el segundo nivel del armario de almacenamiento está el botiquín de emergencias.
Ana abrió el armario y, efect

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