Capítulo 11

María curvó los labios en una sonrisa llena de burla hacia sí misma. No era que él no hubiese sido lo bastante bueno, sino que ella había imaginado demasiado, convirtiendo un monólogo en la ilusión de un amor profundo. Él siempre había oscilado entre ella y Carmen. María jamás había sido la elegida. Por eso, incluso frente a las provocaciones de Carmen, ella seguía en silencio para anestesiarse a sí misma. Todo lo referente a Alejandro, ella lo había tolerado solo porque en su corazón conservaba aquella bella fantasía. El rugido del motor se elevó de pronto y las nubes del exterior quedaron al alcance de la vista. En realidad, hacía mucho que debería haberlo entendido. El mundo de Alejandro era demasiado grande: tenía un bufete, tenía a esa persona que no podía soltar... y el lugar que dejaba para ella siempre había sido mínimo. Fue su propia negativa a despertar lo que la hizo consumir tantos años en un amor que jamás fue equilibrado. La azafata pasó empujando el carrito, y María pidi