Capítulo 52
Al llegar a la entrada de la urbanización, el Lamborghini de Raúl ya estaba estacionado a un lado, esperándola.
No se quedó en el auto como lo haría un conductor de aplicación; había bajado hacía rato y apoyaba su corpulenta figura contra el auto, mirando en la dirección por donde ella venía.
—Perdón, Raúl, por hacerte esperar tanto
Dijo Clara, acercándose con su perro. Sonriendo, preguntó: —¿Te importa que lleve también al perro en tu auto?
—¿Tú crees que yo soy de los que se molestan por eso? —Raúl, por supuesto, no tenía ninguna objeción. Incluso se agachó para acariciar la cabeza del perro—. ¿Es un pastor alemán, verdad? No es muy común ver a una chica criar a un animal tan imponente y fiero, pero te queda bastante bien.
Clara respondió: —No te dejes engañar por su aspecto rudo; en realidad es súper tierno, ¿sabes? Muy caballeroso y muy cariñoso. Le encanta pegarse, hacer mimos, y cuando se siente mal hasta llora bajito.
—Jajaja, con esa descripción, ¡suena un poco como yo! —Rio Ra

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