Capítulo 30
"Shua, shua…" La punta del bolígrafo emitía un sonido rítmico sobre el papel; la cabeza de Silvia seguía cubierta con un vendaje.
Durante su estancia en el hospital, volvió a reproducir la ilustración que Gustavo había destrozado.
La imagen que reconstruyó de memoria era casi idéntica a la original.
"Bzz, bzz..."
Era la llamada de su madre, Esperanza.
Silvia dejó el tablero de dibujo. —¿Hola, mamá?
—Hola, Silvi, ¿cuándo vas a volver? Estos días, desde que supimos que regresarías, tu padre y yo no dejamos de pensar en ti.
—Mamá, todavía tengo que…
—Srta. Silvia, ya es hora de la infusión; por favor, extienda la mano derecha.
La voz de la enfermera se superpuso con la de Silvia y, al otro lado de la línea, Esperanza exclamó enseguida: —¿Infusión? ¿Estás en el hospital? ¿En qué hospital? ¡Voy para allá ahora mismo!
—Mamá, estoy bien, solo es un resfriado leve, no hace falta que vengas.
Dijo Silvia rápidamente. Además de no querer preocupar a Esperanza, tampoco deseaba que se enterara de q

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