Capítulo 90
Solo que Silvia no lo esperaba.
Los paquetes que había logrado sacar de su oficina con tanto esfuerzo volvieron a llegar uno tras otro.
Perdiendo la paciencia, marcó el número de Armando. —¡Armando, ¿estás loco?!
¡Qué clase de cosas sin ton ni son estás enviando a mi empresa! ¿Acaso lo haces adrede para crearme problemas?
—Silvia, abrir los paquetes puede traer sorpresas, ¿por qué no lo intentas?
Al recibir la llamada de Silvia, Armando se sintió animado, aunque ella lo estuviera llamando para regañarlo.
Además, siguiendo el consejo de Victoria, había descargado ciertas aplicaciones que, según decían, podían ayudar a comprender mejor lo que sienten y experimentan las mujeres durante el embarazo.
Incluso había leído que muchas disfrutaban comprar montones de cosas en línea solo por la alegría de abrir los paquetes.
—¡Te falla la cabeza! —soltó Silvia. —¿Qué sentido tiene que me mandes todas esas cosas?
Todo aquello era un montón de objetos inútiles; ni uno solo servía para algo "serio".

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