Capítulo 119
Ella no alcanzó a terminar su frase.
De repente, se escucharon pasos en la puerta.
Una voz masculina, grave y fría, llegó a sus oídos: —¿No he llegado tarde, verdad? Cariño.
Interrumpió bruscamente las palabras de Ximena.
Ella, atónita, giró la cabeza, creyendo por un momento que había escuchado mal.
Todos los presentes en la habitación lo miraron sorprendidos.
Diego avanzó con paso firme.
Al verlo aparecer, Miguel frunció el ceño de manera instintiva, sorprendido de que Diego le diera tanta importancia a Ximena, llamándola cariño delante de todos.
Sin embargo, pensándolo bien.
Hoy solo estaban presentes miembros de la familia Aguilar; sin extraños delante, Diego podía permitirse esa falsa muestra de reconocimiento.
Si hubiera habido aunque fuera una sola persona ajena.
Probablemente Ximena nunca habría escuchado esas palabras.
La figura erguida y esbelta de Diego se acercó desde lejos; vestía un traje negro sobrio y, tras entrar, miró a Ximena antes de saludar con indiferencia a Elena

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