Capítulo 11
Carmen salió de la oficina de Diego, y las otras secretarias del departamento le entregaron respetuosamente su bolso, diciéndole: —Señorita Carmen, el jefe Diego la espera en el restaurante para almorzar juntos. Dijo que cuando usted haya descansado, la llevará allí.
—Este es el café que el jefe Diego ha preparado para usted, para que lo tome en el camino.
La sonrisa en el rostro amable de Carmen era tenue, aceptando con gracia el halago hacia ella.
Ella era segura de sí misma y tranquila, con un fuerte sentimiento de merecimiento.
Todos la trataban como a la esposa del jefe.
Ximena se sorprendió bastante.
La oficina de Diego, un lugar lleno de documentos confidenciales, se había convertido en una sala de descanso para Carmen, mostrando cuidado y consideración en cada detalle.
En casa, incluso en su estudio, al que ella no había tenido acceso en tres años.
El amor y la falta de amor, a veces, ¿qué sentido tiene seguir confirmándolo una y otra vez?
—Gerente Ximena, por favor muévase un

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