Capítulo 14

Benjamín miraba a Ángela, quien, evocando algún recuerdo, esbozaba una leve sonrisa en la comisura de los labios; en su interior, las emociones no dejaban de agitarse, como si algo estuviera a punto de romper la superficie. Después de guardar silencio durante mucho tiempo, finalmente dio un paso hacia adelante y se situó frente a ella. Benjamín era alto, una cabeza más que Ángela; en ese momento, parado ante ella, su sombra la cubría por completo. Levantó la mano, como si quisiera tocarla, pero al final solo pudo bajarla con timidez. —Angelita, lo siento. Esta disculpa llegaba con tres años de retraso, pero él no podía evitar pensar que, después de todo, solo eran tres años; era mejor que no volver a verse jamás. Era tan repentina que también sorprendió a Ángela. —¿Qué? —preguntó instintivamente, y al hacerlo pareció recordar algo. Ángela tampoco sabía exactamente por cuál de todas las cosas pasadas él se disculpaba, así que guardó silencio. Pero Benjamín ya había empezado a explicar: