Capítulo 20

Orlando movió la cara hacia un lado, con los ojos llenos de asombro y dolor. —Querida, Moni, ¿qué tengo que hacer para que me perdones? —Nunca lo voy a perdonar. Desde el día en que decidió esperar a que Paula creciera para casarse con ella, nuestro final ya estaba escrito. —Ella ya está completamente desequilibrada, pero si regresas conmigo, haré que desaparezca de nuestra vida y nos casaremos legalmente. Lo admito, cometí un error, pero de verdad no puedo vivir sin ti. —Se apresuró a explicar Orlando. Una expresión apareció en la cara de Mónica. Se molestó y lo miró con repulsión. —Orlando, no me diga esas palabras, me das asco. ¿Asco? Él retrocedió, tambaleándose, sintiendo cómo una mano invisible le oprimía el corazón, dejándolo sin aliento. Moni había dicho que le daba asco. Las lágrimas comenzaron a brotar sin control. A través de su llanto, la miró, abrió la boca, pero ni siquiera pudo articular palabra. En ese instante, Ricardo entró por la puerta, le dirigió una mirada fría y