Capítulo 132
La crisis asmática de Lourdes ha resurgido, y la sirvienta está administrándole medicación.
En la elegante habitación, sobre un tocador de madera de peral, descansa un ramo de magnolias. Aunque las rosas, vistosas y seductoras, siempre fueron sus flores favoritas, solo porque Oscar una vez comentó que ella se asemejaba más a una magnolia, pura y elegante, no sabía que esta flor simboliza la lealtad y el amor eterno. Desde aquel día, siempre ha habido magnolias en su habitación.
—No quiero más medicina, llévatela —dijo Lourdes con debilidad, respirando con dificultad mientras yacía en la cama y se cubría el pecho dolorido para toser.
La sirvienta, con el corazón encogido, replicó: —Señorita Lourdes, ¿por qué te haces esto? El doctor te ha examinado y recetado esta medicina que debes seguir tomando; de lo contrario, todo el esfuerzo anterior habrá sido en vano. Señorita Lourdes, por muy bueno que sea el señor Oscar, no debes dañar tu salud por él.
Lourdes sacudió la cabeza: —Rosa, no me

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