Capítulo 147
—Belén...— Al acercarse, Oscar, quien ya casi tenía cincuenta años y seguía vistiendo de traje, abrazaba firmemente un cuerpo que se había descompuesto hasta convertirse en un esqueleto.
Ese cuerpo no era otro que el de Belén, quien había fallecido hace años...
Belén también lo miraba con tristeza; al bajar la cabeza en ese instante, pudo ver claramente el dolor en los ojos de Oscar.
¿Por qué ella también se sentía tan afligida?
—Si realmente te importaba, hermano... ¿por qué me entregaste a otro?
—Hermano, ¿has llorado? ¿Estás triste por mí?
—No, cómo podría estarlo. Arruiné la vida del niño que Lourdes esperaba, tu único hijo. Afirmaste que aunque yo muriera lejos, no tendrías nada que ver conmigo.
—¿Cómo podrías buscarme después de pedirme que me arrepintiera y me redimiera?
Cuando Belén se calmó, lo que percibió fue el desagradable olor del desinfectante y, mirando el techo blanco, se secó las lágrimas de los ojos sin mostrar expresión alguna.
En ese momento, se s

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