Capítulo 25
Oscar: —Si quieres jugar, la próxima vez te llevaré, ¿eh?
Belén: —Vale.
La voz en el teléfono se fue debilitando mientras Oscar pronunciaba esas palabras con una mirada profunda; su expresión se entristeció ligeramente. —Belén, ¿realmente quieres que tu hermano se case?
Una frase fría y distante resonó, pero no obtuvo respuesta de la niña,
solo se escuchó su respiración regular.
¿Se habría dormido?
Oscar no colgó el teléfono; acabó el vino tinto de su copa y dejó el móvil en la mesita de noche. De repente, escuchó un murmullo en sueños.
—Vicente, ¿por qué no me haces caso? No quiero saber más de ti.
—¿Cuándo volverás, hermano? Te extraño mucho.
…
La noche se prolongó y Belén durmió hasta el amanecer. Si no hubiera sido por el ladrido de un perro afuera del deteriorado edificio, probablemente habría seguido durmiendo.
Miró el reloj colgado en la pared polvorienta; eran casi las seis y media. Se levantó rápidamente para asearse, tomó su móvil, que ya estaba apagado por falta de batería.

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