Capítulo 165
—Señor Diego, me temo que tus planes se van a frustrar. ¡Ya no tengo miedo, Yaritza no teme a nada!
—Si todavía no estás satisfecho, ¡pues toma también mi vida!
—¡No me toques!
Yaritza repelió con fuerza la mano de Diego que se encontraba en su brazo. Le parecía increíblemente ridículo que alguien a quien había querido tanto, ahora le resultara tan fácil detestar.
Como si siempre debiera haber despreciado a este hombre frío e insensible.
Cada mirada adicional hacia él solo enfriaba más su corazón.
Diego, tan arrogante, ¿cómo podría permitir que una mujer se comportara así frente a él?
En ese momento, su rostro se ensombreció terriblemente: —Yaritza, ¡crees que me importa tu vida!
Yaritza sonrió, una sonrisa hermosa pero tremendamente amarga.
De hecho, había cometido un error.
No podía darle su vida a Diego.
Había firmado un acuerdo de donación de su cuerpo, incluso en su muerte, su destino final sería ese laboratorio.
Ni siquiera el descanso eterno bajo tierra era más que un deseo leja

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